Una de las frases más frecuentes entre nuestros pequeños es "¿me lo compras?", seguido de una pataleta al primer "no" que pronunciamos los padres. Pero, ¿cómo acaba la historia?
Las estadísticas demuestran que los niños españoles son unos grandes consumidores y arrastran el consumo familiar. Ellos deciden sobre las compras importantes, de la familia: la tele, el coche... Incluso las vacaciones se hacen en función de los gustos infantiles. Los padres nos estamos convirtiendo en monitores de tiempo libre. Pero, ¿qué repercusión tiene esto en la educación de los niños? ¿Es bueno que tengan todo lo que quieran? ¿O les ocasiona algún problema (no saben qué pedir, para que les regales, por reyes o por su cumpleaños, porque ya lo tienen todo)?
La abundancia genera hastío, aburrimiento y uno se trastorna si no ha de esforzarse por conseguir aquello que quiere. En la sociedad de la abundancia, aprender a elegir les "estresa" porque todo ha de ser lo mejor y tienen demasiadas opciones. Si se les estropea una cosa no pasa nada porque tiene 5 de repuesto. Hemos pasado de una época en la que las niñas tenían una muñeca con sus vestidos y los niños un garaje de coches, a la nuestra, en la que las niñas tienen innumerables muñecas de todo tipo y variedad y los niños a los 3 años ya tienen el scalextric, el garaje y el fuerte. Aunque todavía no lo sepan usar.
Además siempre se sienten insatisfechos y protestan porque uno de los regalos no es exactamente como querían. ¿Coleccionan objetos, para calmar nuestra culpabilidad? ¿Intentamos comprar nuestro tiempo con juguetes?
Son preguntas que dejo en el aire, para que entre todos pensemos a dónde queremos llegar.
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